"En la década del 70, cuando yo era niño, en primer lugar la Navidad era un motivo de encuentro familiar. Pero con toda la familia. Y nuestra regla (como la de la mayoría) era la alternancia: una fiesta con la familia materna, y la otra con la paterna... y al año siguiente se invertía la secuencia", rememora el psicólogo Arturo Gómez López.

El clásico "Navidad con tu familia, Año nuevo con la mía" es una fórmula que muchos ya no quieren plantearse, aunque no exenta de reclamos. Pasar las Fiestas fuera de casa, lejos de la familia, es una opción tentadora. Por un lado, cada vez hay más opciones para disfrutar de una Navidad distinta y obviar los preparativos de la celebración. Y, por otro, ya son muchos los que buscan escapar del rutinario festejo familiar o de las rencillas que suelen colarse en esas fechas. Al respecto, vale mencionar un punto de la investigación realizada en el país por la consultora TNS Gallup: un 34% de los argentinos declara que la Navidad es un período estresante y un 31% confiesa que se encuentra con familiares que no quiere ver.

"Muchas cosas han cambiado en torno a la Navidad. En primer lugar, la esencia religiosa y espiritual de la fiesta. El sentido de la fiesta parece estar puesto en los placeres del momento y no en recordar y revivir el nacimiento de Jesús. Creo que también se va diluyendo lo familiar, y va ganando mas cabida lo personal, lo individual. Cada uno trata de hacer lo que le gusta", dice Gómez López.

Y agrega: "como las familias han perdido mucha cohesión han aparecido inevitablemente otras opciones, como reunirse entre amigos, ir a bares o restaurantes, o incluso estar solas y solos. Este fenómeno hace posible recibir la Navidad hasta en un boliche", describe.

Para la psicóloga Carmina Varela, como la dinámica de las familias van variando con las épocas, lo mismo ocurre con los modos de celebrar. "El festejo clásico de formato único hoy admite variantes y eso está bueno", resalta, y añade que las fiestas de Fin de Año a veces se padecen más de lo que se disfrutan. "No hay nada bueno ni malo. A veces hay presiones familiares o tironeos irresolubles de los cuales es preferible huir para no sufrir. O hay personas que se ven obligadas a cumplir con un ritual en el que ni siquiera creen", sostiene.